Cuentos y leyendas


Aipirí era una hermosa mestiza de Jagua prehistórica. Presumida, coqueta, parlanchina, muy dada a engalanarse con prensas de vivos colores, piedras y conchas, zarcillos y pulseras de guanín y adornarse la cabeza con flores del rojo más vivo para distinguirse de las demás mujeres y llamar la atención.

¡Qué linda era Aipirí!

Esbelta, trigueña, de abundosa cabellera negra y ojos rasgados, de mirar insinuante, acariciador, provocativo. Gustaba con pasión del cantó y del baile. Su mayor placer era asistir a fiestas y diumbas, o guateques, donde podía lucir su melodiosa voz y sus gracias de hábil bailarina.

Requerida de amores por un siboney gran cazador, unió a él sus destinos y hubiera formado un hogar modesto y apacible, pero feliz, si sus aspiraciones se hubieran concretado a las de una mujer hacendosa, amante de su esposo y de sus hijos. Pero Aipirí no se contentaba con eso.

No había nacido para llevar una vida tranquila, al cuidado de la casa y de la prole. Amaba demasiado las diversiones, los placeres, los cantos, los bailes, los adornos, los halagos, las alabanzas. Así sucedió que, al poco tiempo, el hogar fue para ella un martirio y apenas había dado a luz el primer hijo, sintió la nostalgia de sus bulliciosos días de doncella, sin que cautivaran su corazón las gracias del tierno infante. Luchó al principio y quiso sustraerse a la tentación. Pudo más el instinto de su naturaleza voluntariosa y bravía que el amor de madre, y empezó por ausentarse un rato del hogar, después fue más larga la ausencia, hasta que llegó a ser más el tiempo que estaba fuera de la casa que dentro de ella. Y mientras el niño, abandonado, lloraba, la desnaturalizada madre pasaba el tiempo en alegre marcha con los vecinos o asistía a reuniones y fiestas , entreteniendo a la gente con los encantos de su voz y las gracias de sus bailes. Cuando la tarde caía volvía a su casa, poco antes que llegara el marido de su diaria y penosa excursión por los montes en busca de sustento.

Tras un hijo vino otro, y otro hasta seis, pero no varió la conducta la olvidadiza madre. Continuaba haciendo sus furtivas y largas escapatorias, sin que el confiado marido se enterara. Los niños, constantemente abandonados, pasaban hambre, crecían en medio del mayor abandono y miseria, adquirían malos hábitos y continuamente lloraban atronando el espacio con su eterno guao, guao, guao.

Como el bonito bohío se levantaba solitario en medio del campo, no temía Aipirí que el lloro de los niños molestara a los vecinos ni que estos la delataran al marido. No contaba con Mabuya, el genio del mal, que está en todas partes y a quien hace poca gracia los llantos continuados, inacabables de los niños. Hay que reconocer que tiene motivos para ello, pues solo la paciencia de una madre sufre con resignación la música poco grata del llanto de los hijos.

Mabuya, cansado de oírlos y viendo que sus lloros no tenían fin, como tampoco lo tenían los bailes y diversiones, ausencias y olvidos de la madre, temió quizá que aquellos niños malcriados fueran cuando mayores tan desalmados, crueles e inhumanos como él. En un arrebato de mal humor los transformó en arbustos venenosos, conocidos hoy con el nombre de guao.

En el reino vegetal, es el guao algo así como un estigma, árbol seco y estéril, su resina y hojas producen al contacto, hinchazón y llagas, y aún se asegura que su misma sombra es dañina. En eso vinieron a parar, según la tradición, los hijos de Aipirí, por culpa de la desnaturalizada madre.

Si el espíritu del mal hubo de castigar en los hijos la falta de su madre, el espíritu del bien, más justiciero, impuso un correctivo a la causante del daño, que debía servir de ejemplo. Transformó a Aipirí en Tatagua, mariposa nocturna de cuerpo grueso y alas cortas, conocida también con el nombre de Bruja.

Disfruten el fin de semana .. Nos vemos !!


Tomado del Libro: "Tradiciones y leyendas de Cienfuegos", de Adrián del Valle, 1919.
Fotografía de Santa Lucía: Balovega

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COMENTARIOS

15 comentarios:

Cantares dijo...

Uau! que historia impresionante.-
Besos y que tengas un bello fin de semana

Duncan de Gross dijo...

Me ha encantado esta historia Balo, es muy bonita ;-)

balovega dijo...

Hola amigos..

Se que la historia es un poco larga, y no es mi estilo poner mucha lectura, sin embargo me pareció que a leyenda merecia la pena.



Un abrazo a todos

Anónimo dijo...

Desde luego, conoces unas leyendas preciosas!!!!

El Ente dijo...

Una leyenda... preciosa Balo... vengo poniendome al dia, espero que estés bien!!!

besitos!!!

anapedraza dijo...

¡Qué leyenda! pero me deja triste, ¿por qué castigaron a los hijos por su madre?

¡Buen fin de semana también para ti!

MIGUEL

Juanjo Rubio dijo...

Me encantan las leyendas. Gracias Balo.

Almudena dijo...

Quiero más, quiero más. Me encantan las leyendas, lo sabes.

Que tengas un estupendo fin de semana.
Besucos.

M. Angel dijo...

Balovega, historia impresionante la que regalas a tus lectores.

Abrazo

Pharpe dijo...

Hermosa historia, la verdad, sino fuera por el final y el principio cualquiera pensaría que fuera una mujer. Besos y buen finde

Cosechadel66.es dijo...

Preciosa leyenda, Balo.

Buen finde y Carpe DIem

Pilar Álamo dijo...

Muchos besos...no os olvido, pero he tenido problemillas con mi blog y he abierto uno nuevo
http://pincelyburil2.blogspot.com/
Te espero querida amiga

Pilar (Xana) dijo...

Me ha encantado la historia...
Por fin ya puedo publicar comentarios con esta cuenta.
Un abrazo
Pilar

Jose Antonio dijo...

Me gustaría contar contigo pero me tienes que confirmar, será todo un lujo tenerte ese día.

Un abrazo

Mary Lovecraft dijo...

Bellísimo querida Balo, una verdadera delicia para los sentidos tu lectura.

un beso grande, gracias por compartir tanto

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